23 de mayo de 2011

Tablado



Las luces amarillentas y las velas sobre las mesas alumbran tenuemente el lugar.  Aromas viejos y rancios se esparcen por el aire, mientras los comensales saborean sendas copas de vino tinto acompañadas de quesos y pan de diferentes tipos. Yo, sentada al pie del tablado, espero fumando un cigarro a que Antonio apunte su guitarra. Todo listo, apago el cigarro y cierro fuertemente los ojos. Es lo mismo noche tras noche, sin embargo cada día es distinto, en cuanto mis zapatos hacen contacto con la vieja madera del tablado todo cambia. El primer rasguño contra las cuerdas hace eco en el espacio y con el, mi alma se funde con la guitarra, con el tablado, con el ambiente. Abro los ojos y no veo nada, doy el primer taconazo y la energía entra por todo mi cuerpo, hace que mis palmas se junten en aplausos armoniosos a mi ser, a mi sentir. Golpe tras golpe en las tablas, dolor, misterio, euforia, pasión, todos mis sentimientos afloran, se mezclan, el latido de mi corazón va en creciente, las venas de mi cuello revientan y mis castañuelas suenan incesantes, mis pensamientos levitan, están en mis recuerdos, sin siquiera recordar nada. Lagrimas brotan a caudal de mis ojos ciegos, me siento exhausta. La música cesa…..Ole

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