25 de mayo de 2011

Frio en los Pies

Aquella conversación que tuvimos mi madre y yo, cuando enterramos a la tía Anita, quedo hondamente grabada en mi memoria. Era la primera vez que yo asistía a una sala de velación, solo tenia nueve anos.
-  Mama, y,  donde esta la tía Anita? – pregunte en voz baja.
- Dentro de esa caja – Mi madre señaló la caja gris que estaba al frente.
-   desnuda? – fue la pregunta que me vino a la mente
-   Claro que no  - contesto entre indignada y divertida – Debe traer puesto su vestido favorito  
-  Y que zapatos? -  pregunte
- Van descalzos – me dijo. Y  siguió en el interminable ritual de saludos. Yo, me quede con ese pensamiento revoloteando en mi cabeza.

  Quien iba a pensar que era mi turno? Lo se por el frío en los pies. Un silencio sepulcral me envuelve. Mis ojos, los siento pesados, me es imposible abrirlos. A lo lejos se escuchan murmullos. Y mis pies, sienten frío. Mi corazón late a mil por hora. Tengo miedo de moverme, y que mi piel sienta la suavidad de la tela en las paredes de mi estuche de gala. Eso, confirmaría mis sospechas. Y mis pies, siguen fríos. Trato de no pensar mas, siento la boca seca. Me siento tiesa, mis extremidades no me responden. Me hundo dentro de mí. Quiero gritar y ningún sonido brota de mi garganta. Tengo los pies fríos. A lo lejos escucho pasos, se acercan,  una mano tibia golpea mi hombro.

Bajo al comedor. Mi madre me ve de reojo y hace la pregunta obligada,
- Como pasaste la noche?
- Bien – contesto, mientras tomo una manzana y me dirijo a la puerta –solo tuve frío en los pies- digo antes de salir a vivir el día.

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